Nunca olvides.

I

 

En clase de matemáticas su imaginación vuela. Ángel piensa en todo y en nada. Se abstrae, se mete en su propio mundo y sueña durante unos minutos. Sus pensamientos vuelan como pájaros, libres y divertidos, mientras su profesora de matemáticas habla sobre derivadas, límites y de los malos resultados del examan, entre ellos el suyo..., como siempre, las mates son su cruz.

La profesora prosigue diciendo que todo es fácil. "¡Ya! Claro", piensa. Todo aquello es muy interesante, pero Ángel sigue en su mundo, preguntándose cuándo se acabará ese infierno. Clases, horarios, suspensos y más suspensos... Lo cierto es que su vida no es lo que se dice perfecta; pero hay momentos que son increíbles. Porque de eso vive Ángel, de momentos que hacen su vida única e irrepetible: "gracias a Dios", piensa a veces.

La profesora, por su parte, sigue hablando sobre el examen y se dispone a corregirlo en la pizarra. "¿Se dará cuenta de que nadie la escucha? Pobre", piensa Ángel mientras el boulevard de números se sucede en la pizarra.

Al chico se le va la cabeza al verano, en concreto al pasado, ese verano de 2012 que nunca olvidará por pequeños detalles que lo han hecho increíble y, desgraciadamente, irrepetible.

Pensando en el verano le viene a la mente un chico alto, delgado, guapo,... una joya. Se llama Guille. Pero Ángel no sabía nada de él, solo que era su vecino. Le caía bien, tampoco le conocía mucho; pero le gustaría hacerlo. Cada vez que se ven sonríen; ah... menos cuando él va con sus amigos, ahí... no; pero no le importa, no son amigos ni nada por el estilo, solo vecinos, o eso cree él...

Ángel vuelve a la realidad. La profesora sigue a lo suyo.

¿Optimización? No me jodas... -dice mientras Inma ríe la broma.

La profesora de matemáticas se gira y le dirige una mirada fulminante. El chico cesa en sus intentos de cómico y vuelve a su mundo, a sus recuerdos, a su desorden ordenado. Entonces evoca su primer beso con aquel vecino desconocido. No se le olvidará ese 21 de julio; posiblemente uno de los mejores días de su vida. Recuerda cada beso, cada abrazo, cada caricia,... todo lo que vivieron juntos; y de lo que ya no queda nada. Una lágrima cae por sus morenas mejillas. Le echa de menos, le necesita; siente un gran vacío que quizá nadie pueda volver a llenar.

Decide cambiar de pensamiento dado que no es el mejor día para recordar esas cosas.

Evoca el recuerdo de cuando se montó por primera vez en una tabla de windsurf. ¿Cuántas veces se caería?. Él solo se apuntó por el profesor, y al final acabó con el culo lleno de moratones. Pero no se queda con eso, se queda con que aquel deporte se había quedado grabado para siempre en su corazón; sin duda, es lo mejor que le había pasado.

Vuelve a clase de matemáticas, están representando una función a partir de una ecuación. "¿Qué me he perdido? Cada día que pasa dais algo distinto. Yo me pierdo", piensa.

En realidad no se da cuenta de que lleva dos semanas seguidas durmiéndose en clase de matemáticas, pero no es que le importe mucho precisamente.

De repente, una ráfaga de aire sopla en su cabeza y sus recuerdos vuelan libres de nuevo. Esta vez recuerda el día en que ese desconocido y él rompieron una de las relaciones más bonitas nunca vistas y vivida por él. "Desde luego sería digna de un libro de Moccia", piensa. Pero desgraciadamente en sus libros no aparece el dolor: Pain, el nombre de su primer twitter. Aún recuerda el dolor de su corazón roto, su alma deshecha y su cabeza solo pensando en él. Sin lugar a dudas, fue algo muy duro para ambos, algo que jamás olvidarán. Un dolor que nunca desaparecerá de los ojos negros de Ángel.

Tiene la mirada cansada. Lo cierto es que últimamente no duerme demasiado; aunque para él siempre es poco.

¡Ey Ángel! Estamos aquí ¿eh? -dice la profesora.

Perdón señorita -responde secándose la última lágrima que cae de sus ojos.

"¿Qué importan las matemáticas cuando toda tu vida se vino abajo?", piensa.

Ha ido reconstruyendo su vida poco a poco, tratando de sonreír aunque a veces fuera complicado.

Ha ido superando reto tras reto; pero las matemáticas son otra historia

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